Richard Matthew Stallman, "Gurú" del sistema Linux.
JAVIER CUEVAS STALLMAN (04/03/2006)
Arremete en Gijón contra la tiranía de Microsoft, los acuerdos educativos que se firman con la multinacional informática y la SGAE.
Empezó como hacker y se propuso defender las libertades de los internautas. Entre 1986 y 1991, el neoyorquino Richard Matthew Stallman se convierte en Gurú del pingüino de la informática: el sistema Linux, que hace tambalear los cimientos del gigante monopolio de Bill Gates, Microsoft. Linux aportaba ventajas significativas para los usuarios de ordenadores, como la posibilidad de hacer copias de los programas y el acceso al código fuente, lo que permitía modificarlos. A él se deben además conceptos como el copyleft , que dio un vuelco al sistema de patentes establecido hasta el momento y se propagó rápidamente por los cinco continentes.
Stallman visitó en dias pasados Gijón para participar en un encuentro con los alumnos de la Escuela Politécnica Superior de Ingenieros, con quienes compartió las bondades del software libre frente al privativo.
Los motivos? La defensa de un derecho humano de nuevo cuño. Recuerda que cuando la ONU promulgó la Declaración Universal de los Derechos Humanos la informática no existía, y por tanto habría que revisar su contenido. Otro de sus argumentos es el de evitar que sea la computadora la que controle al usuario. Asegura que la Unión Europea ha demostrado estar al servicio de las grandes empresas en su intento de prohibir el software libre.
El informático demostró ser un buen conocedor de los derechos que tenían y los que no tenían las personas que formaban parte del auditorio. "En España está la SGAE", explicó, "una organización muy mala que no tendrá que existir y que debe de ser eliminada". Stallman apuntó que la Sociedad General de Autores "ataca la libertad de expresión y también quiere eliminar la posibilidad de compartir música, cuando todo el mundo debe tener ese derecho".
En su defensa de los programas P2P de intercambio de archivos aclaró que el actual reparto de los beneficios de la industria discográfica es injusto para los artistas, y mucho más para los que no son estrellas. En este sentido, criticó que la SGAE prohíba a sus asociados la autorización para que sus composiciones se puedan compartir.
Como posible solución y garantía para que los músicos puedan vivir de su trabajo, propone que los reproductores de mp3 incluyan un botón por el que se pueda donar, de manera voluntaria, un euro al autor del tema que está sonando. Vaticina que "muchos lo harían" (pocas veces se ha equivocado en lo que respecta a ordenadores), y asegura que ganarían mucho más dinero. "Por tanto, abajo la SGAE", concluía entre una gran ovación.
A modo de colofón, el genio de los ordenadores quiso abordar una doble cuestión. En primer lugar, negó la idea de que el software libre destruya puestos de trabajo para los programadores, puesto que ante la posibilidad de crear un programa específico habrá que pagar a uno para que lo diseñe, o arriesgarse a que pasen meses antes de que alguien comparta uno igual.
Por otro lado, solicitó de los gobiernos que mantienen acuerdos a nivel educativo con Microsoft (entre los que se encuentra el asturiano) que rompan estos convenios en pos de una educación de calidad. Los centros públicos reciben copias gratuitas de software privativo. "Estoy seguro que no se las dan a los exalumnos ni a las empresas", ironizaba Stallman, demostrando que el interés aquí de los gigantes informáticos no es otro que el de crear dependencia. En el caso de que no sean copias gratuitas las que se utilizan en los centros educativos, aún peor. "No deben de desperdiciar su dinero pagando permisos", reprime Stallman. El orador no se olvidaba del lugar elegido para impartir la conferencia. "Esto es una escuela, y debe eliminar todo el software privativo. No se pueden formar a adultos en la dependencia eterna".
Después de algo más de dos horas, había terminado la charla de Richard Matthew Stallman, pero no la actuación. Aquellos que le denominan gurú pudieron comprobar que estaban en lo cierto. De un maletín aparecía una túnica que no tardó en vestir y una aureola de santo que coronaría su cabeza para rematar el disfraz. "Lo siento, ya no las fabrican", aclaraba a algunos de los asistentes, maravillados por el atuendo.
Llegaba la homilía. "Tengo actitud de santo porque soy santo, bromeaba, y bendigo tu computadora". Y seguía con sus dotes de telepredicador.
"La iglesia del Linux no es como otras iglesias que no voy a nombrar. La principal ventaja es que no hay que practicar el celibato, aunque sí llevar una vida ética y deshacerse de todos los sistemas privativos. Si haces este voto, serás santo". Amén.